El mal estado de las encías, la escasa higiene oral y los hábitos poco
saludables, como el tabaquismo, pueden favorecer el desarrollo de gingivitis y
enfermedad periodontal.
Asimismo, estos trastornos inciden en la aparición de problemas cardiovasculares
y procesos inflamatorios.
Una mala salud gingival puede aumentar significativamente la frecuencia
de enfermedades vasculares, nacimientos prematuros de bajo peso o un mal
pronóstico a largo plazo de enfermedades como la diabetes y la osteoporosis.
Este dato es especialmente importante si se tiene en cuenta que más del
70 % de la población sufre gingivitis y un 50 % de la población adulta padece
de enfermedad periodontal.
Actualmente se han encontrado Porphyromona Gingivalis y otros gérmenes
causantes de enfermedades periodontales en las placas de ateroma vasculares y
cada vez hay pruebas más claras y contundentes que avalan la existencia de
asociaciones de riesgo entre las periodontitis y las enfermedades
cardiovasculares.
Al ser las enfermedades periodontales unas infecciones orales crónicas
que cursan con un incremento de bacterias debajo de las encías, se piensa que
estas bacterias pueden provocar infecciones a distancia en otros órganos, entre
ellos el corazón.
El mecanismo sugerido para la asociación entre las infecciones, como
las periodontitis, y
la isquemia coronaria, que ocasiona los infartos de corazón, sería el efecto de
las bacterias sobre las células implicadas en los mecanismos que provocan la
arteriosclerosis y su consecuencia más grave, la aterotrombosis.
Esta es una enfermedad compleja, de larga evolución, motivada por gran
número de factores.
Entre ellos destaca la inflamación, entendiendo por inflamación el
proceso desencadenado por nuestras defensas, en el que participan células de la
sangre y muchos elementos químicos liberados por ellas.
Factores que la pueden agravar: el hábito de fumar, una manera
incorrecta de encajar los dientes o algunas enfermedades generales o
medicaciones.
La periodontitis está producida por bacterias bucales que inflaman la
encía y destruyen la sujeción de los tejidos que rodean al diente para que
estén firmes, es decir, afectan al hueso y a la encía que rodean la raíz del
diente.
A medida que la enfermedad va progresando, los dientes acaban
moviéndose y perdiéndose.
A veces, la persona que tiene problemas en sus encías se da cuenta
porque le sangran, tiene la sensación de dientes más largos y aumento de la
sensibilidad al frío.
Conocemos perfectamente cuales son los factores de riesgo de las
enfermedades cardiovasculares.
Los principales son el consumo de tabaco, la diabetes, la obesidad y el
estrés.
Varios de estos factores de riesgo coinciden con los de las enfermedades periodontales como son el tabaquismo, el estrés, la diabetes mal controlada y otras enfermedades, que comprometen los mecanismos de defensa contra las infecciones.
Varios de estos factores de riesgo coinciden con los de las enfermedades periodontales como son el tabaquismo, el estrés, la diabetes mal controlada y otras enfermedades, que comprometen los mecanismos de defensa contra las infecciones.
El tabaquismo es uno de los principales factores de riesgo de enfermedad coronaria, e
incrementa el riesgo de padecer enfermedades periodontales.
Los fumadores responden peor al tratamiento periodontal, y tienen
mayores posibilidades de volver a enfermar tras su tratamiento.
La mayoría de los factores de riesgo pueden ser evitados modificando
nuestros hábitos.
Sin embargo debemos conocer que existen otros factores no modificables por el paciente, como la predisposición familiar.
Sin embargo debemos conocer que existen otros factores no modificables por el paciente, como la predisposición familiar.
En todos los casos, la posibilidad de contraer enfermedades
periodontales se reduce con una higiene oral adecuada y visitas periódicas al
dentista.
Concluimos, resaltando la importancia de establecer sistemas de
prevención para reducir el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y
periodontales.
Un estilo de vida saludable, con una dieta sana, variada y equilibrada,
la práctica habitual de ejercicio físico y el abandono del hábito tabáquico,
redundará en una mejoría tanto de la esperanza como en la calidad de vida.
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